Lo que suele pensarse cuando se habla de disciplina
En cierta oportunidad, en una de nuestras conferencias de escuela de padres, donde solemos poner a la venta los audio cursos que tenemos, se acercó una mamá con su niña de unos 5 años y nos dijo “deme ese curso de cómo disciplinar a su hijo”, inmediatamente la niña se puso a llorar y a pedir insistentemente a su mamá “mami por favor no compres eso, te prometo que voy a obedecer en todo, por favor, por favor”. Evidentemente que para la niña el sinónimo de disciplina era castigo y, lamentablemente, para muchos padres también.
Sin embargo, apreciados padres y madres, la disciplina no significa castigo -ni mucho menos dolor. La disciplina, en el ámbito familiar, consiste en un conjunto de acciones que conducen a una forma de vida determinada. El concepto deriva del latín “discipulus” (discípulo), que significa alguien que se somete a la disciplina para aprender; así, los padres son los maestros mientras que los hijos son los discípulos que aprenden de ellos una forma de vida, la forma de vida que visionas para ellos y que estás encargado de dar.
¿Para qué nos sirve la disciplina?
El objetivo principal de la disciplina es enseñar el comportamiento moralmente responsable. Así, la conducta del niño será motivada desde su interior y no por miedos a amenazas o castigos.
A partir de la enseñanza que damos a nuestros hijos, les mostramos un sendero por donde podrán conducirse el resto de su vida, sendero que irán enriqueciéndolo cada día con nuevos conocimientos y con las experiencias propias que vivan a su paso. Por ello es que la disciplina es un instrumento de formación clave en la crianza de nuestros hijos, ya que la vida de ellos dependerá, en gran parte, de lo que hagamos o dejemos de hacer cuando empleamos esta valiosa herramienta.
Entonces, ¿Qué es la disciplina?
Uno de los tantos puntos sobre disciplina que tocaremos aquí y que explicamos a mayor detalle a los padres y madres en nuestras terapias, conferencias y escuelas para padres, es que la disciplina se basa en tres acciones esenciales:
1. Instrucción:
Consiste en la comunicación de conocimientos, habilidades y experiencias, lo que le dará al niño la oportunidad de formar sus parámetros de conducta, no solamente en el presente sino durante toda su vida. Este es el punto de partida para la formación de los hijos, es el mapa por donde transitar. Sin instrucción, ¿Cómo sabría el niño que camino seguir?
Por ejemplo, si queremos guiar a los hijos sobre la obediencia:
- Primero, deberán explicarle en qué consiste la obediencia y todo lo que ésta significa (conocimientos).
- Segundo, le darán algunas pautas para obedecer, estrategias y maneras (habilidades).
- Tercero, le contará sus propias vivencias, o las de otros, donde estuvo en juego la acción de obedecer (experiencias).
La instrucción se aplica a todo tipo de actividades del niño, tanto las referidas a su comportamiento, así como también a las actividades o tareas cotidianas que le toca cumplir individualmente y dentro de la familia, un niño no sabrá tender su cama si antes no se le instruyó en ello.
2. Acciones alentadoras:
Ya habiendo instruido a nuestros hijos sobre lo que es la obediencia, el niño estará en condiciones de responder a ella y, en muchas situaciones, lo hará de manera positiva . Es entonces el momento de aplicar acciones alentadoras que son básicamente la afirmación, el elogio y el incentivo.
- La afirmación consiste en la aprobación de las acciones positivas de los hijos mediante un gesto o una palabra que le muestre que está caminando en la dirección correcta.
- El elogio, especialmente en público, contiene un conjunto de palabras referidas a algunos detalles de la acción y lo que le significó al hijo realizarla, así como también lo que significa para la familia, debe ser proporcional al esfuerzo del niño; cuando elogies, evita caer en la exageración o la falsedad.
- El incentivo es una recompensa tangible, que puede ser una celebración, una salida, un obsequio, dinero… ¿por qué no?. Esto no significa que estamos pagando por lo bueno que hizo, es una manera de alentar al niño a seguir con la respuesta positiva ya que sus emociones están involucradas.
Por otro lado, tampoco deberás dar un incentivo por cada respuesta positiva de tu hijo y tampoco estás obligado a usar acciones alentadoras que no creas conveniente. La combinación sabia de estos tres recursos, la afirmación, el elogio y el incentivo, animarán a tu hijo a responder según tus instrucciones.
3. Acciones correctivas:
Cuando la respuesta a la instrucción es negativa, es decir, el hijo se niega a obedecer, surge la necesidad de recurrir a la tercera acción de la disciplina que es la corrección.
Algo muy importante que debemos mencionar, es que esta corrección nace del amor y no de la frustración o ira de los padres ante la acción negativa de sus hijos. Antes de realizar cualquier corrección se debe advertir al niño sobre las consecuencias de no seguir las instrucciones, a fin de que él pueda comprender el significado de recibir corrección, no puedes corregir algo sin antes advertir sobre lo que viene después de una falta.
La corrección se puede dar en tres niveles:
- Faltas menores que requieren advertencia verbal: consistente en unas cuantas palabras que le hagan notar al niño de su falta, así como también darle a conocer que los padres están observándolo, por ejemplo: “hijo, es la segunda vez que haces esto, estoy observando, así que ten cuidado”.
- Faltas que requieren una amonestación verbal, entendida ésta como una conversación breve en privado, donde el padre/madre le recuerde al niño la instrucción recibida, la cual no está cumpliendo, las advertencias dadas y las consecuencias que se pueden producir si la conducta negativa continúa, el objetivo es llegar a la reflexión; la conversación no debe durar más de 5 a 7 minutos, evita los sermones.
- Por último, faltas que requieren una acción más firme, como una sanción o pena por la conducta reiterativa. (Hablaremos más adelante acerca de las sanciones o castigos).
La disciplina consiste en mucho más…
Querido papá, querida mamá, la disciplina es un tema bastante amplio y cada situación -cada hijo- es diferente. Hay mucho por aprender sobre este tema, pero queremos decirles desde ya que no pierdan la esperanza de poder obtener buenos resultados en el comportamiento de sus hijos y, más aún, que a través de esto podrán mejorar la relación con ellos.
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